miércoles, 3 de diciembre de 2014

LAS RAPACES NOCTURNAS
Los raticidas están teniendo una incidencia muy negativa en estas aves protegidas, tan importantes para el hombre
Por José Ángel Rodríguez


  Detalle de los ojos del búho real, en la clásica posición de un depredador

Se llaman rapaces nocturnas, a las aves que se alimentan de otras presas vivas que cazan durante la noche. Todas ellas pertenecen a un mismo orden: Strigiformes y en la Península Ibérica incluye a aves como el búho real (Bubo bubo), el búho chico (Asio otus), el autillo europeo (Otus scops), el cárabo (Strix aluco), el mochuelo común (Athene noctua), la lechuza común  (Tyto alba), y el búho campestre (Asio flammeus). En todas ellas sus principales capturas son los roedores, aunque también pueden incluir a otros animales que se muevan en la noche como, los lirones caretos, ranas o incluso murciélagos, o que estén posados en los árboles o en las repisas de cortados o antiguas construcciones descansando como ardillas y distintos tipos de aves. Su técnica básica de caza es el acecho, la detección por el oído y el ataque en vuelo silencioso y corto.

Anatómicamente todas tienen un aspecto muy característico y con gran similitud morfológica: unas garras potentes y muy afiladas que son con las que cazan a sus presas y un pico ganchudo, aunque corto, que solo lo usan solo para desgarrar, desplumar o limpiar a las presas, las que tragan enteras o en grandes pedazos, de las que posteriormente regurgitan unas bolas llamadas egagrópilas que contienen los huesos y restos de piel del animal consumido. Estas egagrópilas son muy útiles para conocer de una forma incruenta cuál es la dieta de las rapaces nocturnas de un territorio y con ello poder conocer la fauna silvestre de este territorio, al existir una perfecta relación entre habitantes-presas.



Mochuelo común (Athene noctua). En la mitología griega era el ave que acompañaba a la diosa Atenea, de la que se cuenta que para ver en la noche tenía sus mismos ojos; de ella toma su nombre científico. Actualmente se le considera símbolo de la filosofía.

Otra característica común a las rapaces nocturnas son los ojos, que son muy grandes y en vez de estar situados a los lados de la cabeza, como en el resto de las aves, se hallan orientados hacia adelante, como los tenemos los humanos y los carnívoros. La explicación que se da a ello de que los ojos estén situados a uno y otro lado de la cabeza (como ocurre en una oveja, un caballo o un gorrión) o al frente, es por el papel atacante: miran de frente a sus presas, por lo que concentra la mirada en éste ángulo los carnívoros y las rapaces nocturnas; o, defensivo: ojos a uno y otro lado de la cabeza para tener un campo de visión amplio que permita percatarse de la presencia de los agresores y huir de ellos.

La mirada de las rapaces nocturnas es fija y penetrante, con unas pupilas muy dilatadas, adaptación a la caza nocturna y su visión, particularmente en luz baja, es excelente. Aunque estas aves tienen visión binocular, sus ojos están fijos en su lugar y tienen que girar toda su cabeza para ver hacia otra dirección. Son  hipermétropes y no pueden ver nada a unos centímetros de sus ojos.



Lechuza (Tyto alba), otra de nuestras rapaces nocturnas, posada en la vieja viga de una construcción ruinosa.
  
Ya hemos comentado que las rapaces nocturnas cazan sirviéndose del oído, de modo que detectan y localizan a sus presas por los pequeños sonidos que producen en la noche, es por ello por lo que sus oídos son también muy peculiares y están muy adaptados a este medio de vida en la caza nocturna. De modo que sus oídos, son muy grandes y presentan en el exterior notables repliegues de piel, como si tendiesen a formar una oreja, con la particularidad de que ésta ofrece a cada lado, en la mayor parte de los casos, formas distintas. 



Los penachos de plumas sobre las orejas son muy apreciables y característicos de algunas especies como el búho real, en la imagen.


La presencia de los característicos oídos de las rapaces nocturnas no se nota a simple vista por estar ocultos los oídos bajo plumas; pero es curioso que muchas especies tienen sobre la cabeza un penacho de plumas a modo de falsas orejillas o cuernecillos, formados por grupos de plumas tiesas, que se llaman pinceles, apreciables de forma destacada en el búho real.

El control no selectivo de roedores está incidiendo muy negativamente en la población de rapaces nocturnas


Cadáver de una un búho campestre, también llamado lechuza campestre (Asio flammeus). Las rapaces nocturnas son víctimas indiscriminadas de los venenos al incluir en su dieta roedores que son combatidos por el hombre con el uso de raticidas 

Como hemos visto en estos breves apuntes las rapaces nocturnas son un grupo de aves muy curiosas, que desempeñan, además, un importantísimo papel en la naturaleza para el control de las poblaciones de roedores y otros animales dañinos, por lo que en todos los casos ESTÁN PROTEGIDAS, pese a ello sufren la masiva muerte por la acción humana, ya que al incluir en su dieta los roedores nocturnos como las diferentes especies de ratones y ratas, también a micrótinos como los topillos o la rata de agua, y estos son combatidos por el hombre mediante el empleo de raticidas, que luego afectan a la rapaz nocturna cuando consume alguno de estos cadáveres envenenados o animales ya moribundos, lo que suele producir la muerte de la rapaz que los ha consumido, pero también de otros mamíferos que a su vez se alimenten del cadáver de la rapaz nocturna muerta, lo que tiene una incidencia muy negativa en la cadena trófica, pudiendo afectar a gran número de especies la ingesta de estos animales afectados por venenos, por lo que debemos descartar el empleo de raticidas en el medio natural y cuando se haga lo sea en estrictas condiciones de seguridad eliminando, mediante la incineración, los cadáveres de los animales muertos. Todo ello sin perder de vista que el mejor método natural para el control de roedores es la presencia en un lugar de rapaces nocturnas, con lo que si las eliminamos, lo que haremos es favorecer la presencia de roedores en un lugar, todo un contrasentido, que nos obliga a ser muy rigurosos y críticos con el uso de todo tipo de veneno para el control de roedores u otras plagas.   

© José Ángel Rodríguez 


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